Llenamos la vida con distracciones, pero seguimos insatisfechos. El deseo nos esclaviza. Si es nuestro motor, ¿cómo nos ponemos al volante?
El deseo
tiene una dinámica en la que siempre hay un punto de insatisfacción. Gisela
Zuniga, autora y terapista alemana, explica cómo esta dinámica nos atrapa:
"El ser humano ha permitido que lo desvíen de lo auténtico y que la
multiplicidad lo seduzca y se apropie de él. Placeres y posibilidades
ilimitados corren en su dirección como un torrente y se enseñorean de él".
Si convertimos la vida en una continua expectativa, en una continua demanda,
nuestra agonía crece incesante e incansable.
"Mi mujer cada semana necesita comprarse ropa
nueva porque así se siente mejor. ¿Es normal?
LA
INSATISFACCIÓN DE TENER – " La mente adopta la forma del objeto que contempla" (B. K. S. Iyengar)
El
director del departamento de decoración y muebles de unos grandes almacenes me comentó
alguna vez que cada semana veía entrar a las mismas personas llevándose bolsas
cargadas de objetos y se preguntaba dónde los ponían. Era testigo de la compra
compulsiva de multitud de personas.
En una
ocasión, un señor llamó al programa de radio en el que colaboro, el día que
tratamos la adicción a la novedad. Explicó lo siguiente: "Mi mujer cada
semana necesita comprarse ropa nueva porque así se siente mejor. ¿Es normal? Ya
no nos cabe la ropa en los armarios".
Esta
mujer compra por aburrimiento, por incomodidad consigo misma, por obsesión con
el cuerpo y para impresionar y agradar a otro. Gasta sin responsabilidad. Vive
en la superficialidad "del traje", no en la esencia del ser.
Del mismo
modo, empleamos el tiempo para distraernos y no para construir creativamente.
Si sintiéramos la cercanía de la muerte y estos fueran nuestros últimos días,
nos dedicaríamos a algo más esencial y significativo.
Una mujer
me manifestó su preocupación porque sus hijos siempre piden comprar los nuevos
tipos de galletas, de yogur, etcétera. La publicidad les convence de que se
trata de algo nuevo, pero son los mismos productos de siempre. Lo que cambia es
el envoltorio. Sus hijos adquieren estos productos que luego se quedan en la
nevera y la mujer se pregunta qué hacer.
¿Qué
sociedad hemos construido para que, teniendo tanto -probablemente más que
nunca-, continuemos tan insatisfechos? ¿Qué es lo que hace que nuestra
insatisfacción siga aumentando? Es una grandísima pregunta.
Vivimos
en la cultura del tener, en la que corremos tras los logros, el poder, las
posesiones, las personas, los objetos y las modas. Llega un momento en el que
no sabemos hacia dónde corremos ni cuál es el sentido, ya que seguimos en una
insatisfacción permanente.
Nuestros
espacios son cada vez más pequeños y abarrotados de cosas. Espacios pequeños no
solo a nivel físico, sino también a nivel interno: no nos queda espacio para
pensar ni sentir desde el ser. Mientras la mente está abarrotada de
pensamientos y de deseos, no hay espacio para la inspiración ni para la
creatividad. Nos falta el espacio interior que permita un fluir de energía
creativa. Solo cuando creamos y vivimos de dentro a fuera llenamos nuestra vida
de sentido.
El
problema surge cuando los deseos pasajeros nos distraen de nuestro propósito
esencial. Luego sentimos culpa por el tiempo perdido y el dinero malgastado. Y
de este modo se perpetúa nuestro malestar. Zuniga lo define así:
"Desesperado, el hombre vive su vida a la carrera, como un hámster subido
a su rueda. Es tal la velocidad a la que lo hace que apenas si tiene tiempo
para cobrar aliento. El hombre no vive. Lo viven. Y todo porque ignora que su
verdadero sitio está en el centro. Aquí, en el centro, hay paz y
tranquilidad".
¿NUESTROS
DESEOS NOS PUEDEN LLEVAR A UN ESTADO DE PAZ INTERIOR? – "El deseo
implica apertura a la alteridad: trascender tu yo, tu pequeño mundo, para
abrirte al otro" (Javier Melloni)
Los
deseos son uno de nuestros motores. La pregunta clave es: ¿cuál es el deseo por
el que vale la pena luchar y satisfacer?
El deseo
esencial está conectado con tres ejes. El primero es el deseo de conocer y
ampliar nuestros horizontes. Desde pequeños nos mueve la curiosidad por saber y
por comprender el mundo que nos rodea. El segundo eje es el impulso de hacernos
completos. "Tu conciencia proviene de la unidad", dice Deepak Chopra.
Por eso deseamos la unión, sentirnos el uno con el otro. Es un deseo que nos
conduce fuera de nosotros. Amamos y buscamos ser correspondidos. Nos damos al
otro desde nuestros dones, sintiendo así alegría. El tercero es el impulso a
actuar para expresar la creatividad. Así nos damos al mundo desde nuestro
talento y nuestros dones. Una acción con la que aportamos y construimos un
mundo mejor nos llena de sentido.
Cuando
nos desviamos de estos tres ejes esenciales nos invade la sensación de
carencia. Tenemos carencias afectivas, estamos faltos de conocimiento o
nuestras acciones están vacías de sentido. El resultado es que sentimos un
estado de necesidad.
La
necesidad crea un vacío que nos impulsa a relacionarnos para cubrirlo con amor
y con poder. Nos atrae el amor. Nos atrae el poder. Sin darnos cuenta, caemos
en la trampa de un amor que no es amor, sino deseo, y de un poder que no es
poder, sino codicia.
Cuando el
deseo invade el alma y esta no lo puede contener, este se convierte en algo
destructivo y devastador como el cáncer que devora todo lo que encuentra a su
paso. Se convierte en una dependencia que pasa a ser una adicción. Adicción al
sexo, a la bebida, a los malos tratos, a la sumisión, a someter, al dinero...
Entonces el deseo nos esclaviza. Perdemos la soberanía interior. Somos
marionetas del deseo. No es de extrañar que vivamos insatisfechos y frustrados.
Para huir de estas sensaciones, nos distraemos. Y así seguimos en la rueda del
deseo insaciable.
Deje de
ser marioneta del deseo. El primer paso para lograr dominio sobre uno mismo es, precisamente,
desearlo. El poder mental es capaz de canalizar los pensamientos de manera
positiva. Solo cuando uno se da cuenta de lo que subyace a sus deseos puede
transformarlos. ¿Qué encubre el deseo que nos vence? ¿Qué es lo que realmente
desea? Buscamos amor, paz, respeto, atención, o bien queremos huir de una
situación que nos sobrepasa. Aunque la mente suele pedir cosas visibles y
materiales, sus necesidades son más profundas y ninguna cosa superficial y
efímera puede satisfacerlas.
La
meditación nos conduce hacia lo auténtico y eterno. También ayudan las
afirmaciones y la visualización. Visualizar consiste en crear imágenes
positivas en su mente y, de esta forma, reforzar el pensamiento y fortalecer su
voluntad para alcanzar aquello que afirma.
Las
afirmaciones son pensamientos determinados. Son promesas que nos hacemos a
nosotros mismos. Sirven para romper los hábitos negativos o pensamientos
débiles. Por ejemplo: "Hoy haré que el pasado sea pasado y miraré al
futuro con una nueva visión". El pasado tiene buenas y malas experiencias.
Sin embargo, tendemos a evocar lo negativo. El efecto de esto es que nuestra
actitud hacia el futuro se contamina. Un método efectivo para soltar el pasado
es ver el beneficio que hubo. Cuando se reconoce un beneficio en lo que
sucedió, es más fácil terminar con el resentimiento o la aflicción.
Primero averigüe
su deseo esencial y lo que es bueno para usted. Alinee sus deseos con lo que
realmente quiere. Así no se dejará llevar por otros deseos que supongan una
huida ni una distracción. Finalmente céntrese en este compromiso. Con ello se
fortalece, se siente seguro, y su caminar por el mundo es más digno.
Disfrutar el camino
Vivimos
en la cultura de ofrecer y buscar recompensas. Si invierte aquí, ganará tanto.
Si sigue tales pautas, recibirá la recompensa del cielo. Si sigue siete pasos,
logrará el éxito. Estas promesas no son necesariamente erróneas. Cada acción
conlleva un retorno. El problema es que al centrarnos en el beneficio, no
prestamos atención a la calidad de la acción. Nos atrapa la satisfacción del
deseo y no cuidamos el camino para llegar a ella. Si buscamos la calidad de
cada instante con atención plena, viviremos mejor y aportaremos más.
LIBROS
- 'El
libro de los secretos', de Deepak Chopra. Santillana Ediciones.
- 'El
deseo esencial', de Javier Melloni.
- 'Está
todo ahí', de Gisela Zuniga. Editorial Desclée de Brouwer.
Tomado de El País - MIRIAM SUBIRANA
28/08/2011