27 de febrero de 2008

¿Por algo pasan las cosas?

Es muy común escuchar la expresión “por algo pasan las cosas” o en el peor de los casos “así lo quiso Dios”. Cuando digo estas palabras siento que estoy diciendo un encantamiento, invocando a poderes superiores que me levanten el peso de la responsabilidad de los hechos que se dan en mi vida. No sé a partir de qué época los hombres empezamos a evadir nuestras responsabilidades y ponerlas en manos de un ser superior…bueno…lo sé, el primero fue Adán que no sabiendo hacer responder a la invitación de Dios, se deja seducir por su compañera, que a su vez se deja seducir por...y así podemos seguir ante esta interminable cadena de seducciones y arrastres que no termina y que me conceden una “independencia” entre lo que hago y a la vez no hago…”por algo pasan las cosas.

Cuando escucho decir a mis alumnos “sí, por algo pasan las cosas”, me pregunto qué es en realidad lo que están queriendo decir, y puedo escoger entre:
a) hay una confabulación universal en mi contra para que yo no pase tu materia, todos, hasta tú, han tendido sus redes para que me
b) Dios me está enviando esto como una prueba para que me dé cuenta de qué estoy hecho;
c) a alguien tengo que echarle la culpa por no haber entregado a tiempo las cosas;
d) no me quiero complicar y amargarme la tarde dándome cuenta de que vivimos en estructuras rígidas, injustas y despersonalizantes que me oprimen, pero que en la primera oportunidad que tengo hago la mía.

La idea de meter a Dios en nuestros problemas me parece semejante a querer culpar a papá porque el hijo en la escuela derramó el jugo sobre su mesita…¿es posible? No creo que haya personas que lo piensen así en realidad, pero sí hay, habemos, muchos que en ocasiones le damos la vuelta a nuestra responsabilidad y no asumimos el riesgo de ser libres: que no equivocamos, que lastimamos a los demás, y que esta actitud me lleva a la más grave de todas: vivir en la autocomplacencia, en el autoengaño, y a decir: “claro, no soy perfecto”, y tan fresco me sacudo asumir la consecuencia de mis actos y la consecuencia de vivir en sociedad y de saber que mi libertad frente a la libertad de otros no siempre se da en equilibrio y armonía, y que por más que alcance a planear con mis actividades diarias, no faltará que a mitad de la jornada mi esfera de influencia entre en contacto con otra esfera que invade mi espacio y es donde se rompe el equilibrio que tan claro se dio en la hoja de papel o en la electrónica. ¿Por algo pasan las cosas?

No tengo en mis manos en control de todas las decisiones de las personas que entrarán en contacto conmigo este día; yo podré llegar con entusiasmo renovado a trabajo y de mí depende que ese ánimo permanezca en mí, o le conceda el poder a unos cuántos y permitirles que tomen el dominio de mis elecciones de las siguientes 7 u 8 horas de trabajo. ¿Por algo pasan las cosas?

La costumbre de la frase temo que me haga perder la conciencia de mis actos y me entregue, como tantos otros, a repetir frases porque las dice la gente, y que poco a poco vaya cayendo en eso que desprecio (cuántas veces no nos convertimos en aquello que odiamos...) y que me convierte en uno del montón. Se me olvida que soy un ser único y que mí depende ser original, que nadie puede dar respuestas por mí...pero...en el diario vivir me doy cuenta -con tristeza- que no soy yo el que decide, y cuando siento que no tengo nada que ver lo que pasa es cuando me escucho decir..."por algo pasan las cosas.".